La columna de Zabo: Las ganas
@yoadolescente
Con vos tengo ganas de llegar a casa, sacar la computadora de la mochila y esperar a que te conectes mirando tus fotos que ya conozco de memoria, tirado en la cama con las zapatillas puestas, de ver cómo el símbolo de "Disponible" aparece junto a tu nombre y preguntarme si la última vez que charlamos me hablaste vos primero o yo para saber cómo actuar, de que me ganes de mano y hables vos antes de tener decidida semejante pelotudez.
Con vos tengo ganas de tener una primera cita y no hablar casi nada, o peor, hablar un montón. De hablar de mi ex para que no creas que estoy muy metido con vos y arrepentirme al darme cuenta de que estás creyendo que estoy muy metido con mi ex. De atender un llamado de mi mejor amigo y no fingir que es una emergencia para escapar por la incomodidad. De ponerme nervioso y no saber cómo saludarte cuando te deje en la estación.
Con vos tengo ganas de ir a las reuniones de mis ex compañeros de secundaria para que dejen de preguntarme cuándo voy a dejar de ser tan jodido a la hora de ponerme de novio, de ir a todas las fiestas sabiendo que en ningún momento de la noche voy a bajonearme pensando que estoy solo para terminar yéndome con la primera persona que me sonría, de ir a los recitales de mis bandas favoritas y entender por qué la gente se besa en las canciones de amor y dejan de prestar atención a lo que sucede en el escenario.
Con vos tengo ganas de preguntarme qué somos y adónde vamos. Hasta tengo ganas de tener una crisis interna entre mantener mi personaje que se la pasa tomando distancia o asumir el riesgo de pedirte que no te vayas, que quiero que siga todo intacto, que las cosas así como están es lo más cercano a la felicidad según lo que escuché hablar por ahí.
Con vos tengo ganas de ser un pelotudo y pedirte si me dejás tener una noche de soltero para darme cuenta de que nunca quise ni quiero volver a tener una noche de soltero aunque ya sea demasiado tarde.
Con vos tengo ganas de ser maduro y no llamarte totalmente borracho a las cuatro de la mañana mientras estás con otro para pedirte perdón. De no eliminarte y volverte a agregar de todas las redes sociales. De preguntarme qué hice mal y no adjudicarte ser la representación del mal sobre la Tierra. De no iniciar rumores espantosos sobre tu estado psicológico.
Con vos tengo ganas de no tener que hacerme el que no te vi cada vez que te cruzo en esas fiestas en las que en algún momento de la noche me voy a bajonear pensando que estoy solo para terminar yéndome con la primera persona que me sonría.
DZ/LR
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